Yo no buscaba santiguarme
en los alados días otoñales,
unicamente el común destello
de quién te mira sin párpados.
También en la noche estrecha
cuando solo la cama escampa
y lo recuerdos no se atreven
a pedir silencio por las muertas,
yo rogué amor a la vida
y a sus puertas vaginales
que saben guardar el secreto
en su noche impresionista de blancas estrellas.
Pero un día como hoy
ni a la muerte doy ventaja
pues vine para embriagarme
hasta matar a la sombras de mis santos.
En mis ojos de búho
busco al menos esta noche
esa porción de ciudad
donde el miedo no se atreve
a cruzar sin disfraz
el callejón de mi vida
y lo descubra en el coito
y lo duerma en mi pecho
y se despierte con el bello rostro
de un maquillaje esparcido
sobre la piel de la tierra,
entre las sábanas del polvo.
R.B.
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