lunes, 4 de febrero de 2013

La risa y el río


Fui en busca del río
envuelto entre sed y llamas
y me encontré con un valle sin risas.

Solo gotas (de rocío)
y agua estancada sonreían al duro sol
y pálidas se dormían o despertaban congeladas
en las noches ásperas y azules.

Gotas, brillantes burbujas de vida
frutos de las penas y el sudor
(lagrimas ambas del labor)
de aquellos que aun se resistían a ser barro
de los que no renunciaban a ser caudal, aunque el tiempo fuese adverso.

Pero el mar sigue esperando inamovible y
murmurando sus secretos, desvela pistas a los pocos
pero para casi todos su rumor de futuro no es más que silencio.

Algunos preferimos ser río
y fundirnos sin fisura en sus entrañas de sal y magma.
Otros, los que prefieren temer a ser engulliidos
por la corriente directa y tortuosa,

confunden por su violento caudal la claridad de su denso destino
y así nos arrastran con aun más fuerza, entre tinieblas, al mar del ocaso,
al diluvio eterno, sin más sentido, es decir,
sin superviventes.

Barcelona,
R.B.

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