domingo, 25 de marzo de 2012

Sólo un poema como testamento...

En un segundo me comerá la noche,
la falsa luna,
el perro guardián del frío.
En un momento toda su hipocresía
me cubrirá con su negro musgo hambriento.
Soy presa de un día envejecido,
de un sol sin fuerzas que esconde su mano.
Mi carne está vendida
al dolor de la espera,
la espera de la muerte
con su silencio litúrgico
de sacrificio ritual,
con su brisa compasiva
que intenta disculparse
antes de que la sombra guillotine con su telón
este día sin aplausos,
Este instante en el que escribí mi testamento.

R.B.

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