Quiero irme de la ciudad
a otra,
más grande, caotica y ausente.
Allí el silencio no esconderá más ruidos
y la noche se pasará el día durmiendo.
Estaré con una muchacha,
con la que compartiré unicamente una lengua
-¿para qué más?-:
la del amor.
No es que me canse la mía,
es que me descansa demasiado.
R.B.
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